PERFIL DE LA MUJER YIHADISTA
- Carlos Hernández Franco
- 8 mar 2015
- 3 Min. de lectura
Curiosamente, a las mujeres del islamismo radical no se las había tenido en cuenta. El tradicional confinamiento doméstico que perdura en la cultura islámica, las había mantenido al margen de la lucha anti-terrorista hasta ahora.
La aparición de casos de captación, por parte de los yihadistas, en España, particularmente, y en el resto de Europa, ha hecho saltar las alarmas sobre un nuevo perfil criminal que hasta hace poco era insospechado. La mujer yihadista.
En agosto de 2014, en Melilla, se detiene a una presunta yihadista española, la cual, junto a una menor, se disponía a unirse a las filas del Estado Islámico. Recientemente en Turquía, se ha detenido a una mujer marroquí, residente en Rubí (Barcelona) presuntamente con intención de pasar también a engrosar el número de los combatientes radicales. Analicemos este fenómeno.
En lugares como Melilla, los captadores, denominados por los residentes como "barbudos" conectan con los jóvenes en las calles a través de gimnasios improvisados, campos de fútbol o la mezquita, son más accesibles en un terreno más personal. Pero las jóvenes y mujeres, al tener más limitada esta libertad, son accesibles a través de las redes sociales. Frecuentan páginas de redes sociales de corte radical, utilizan la mensajería móvil como Whatsapp y se organizan formando reuniones en casas donde escuchan mensajes doctrinales en forma de "dars" o clases sabias. Estas charlas las imparten las denominadas "maestras" que aprovechan todo tipo de acontecimientos sociales para ir captando mujeres jóvenes (bodas, entierros...). Cuando están en las reuniones, se Lee el Corán, de por sí, se aprenden las enseñanzas de forma disciplinada y con el sesgo del "servicio" al Islam por encima de todo.
De esta forma, tenemos a mujeres que no se consideran sometidas al "burka" sino convencidas de que lo deben llevar. El ensimismamiento en el islam, convierte el Corán en el centro de su vida, como un hechizo y con orgullo acatan las normas más rígidas. Ahora bien, no debemos confundir la radicalización islámica con el terrorismo, pero todo es ir dando pasos. Los mensajes de "necesidad de lucha" comienzan a aparecer en estas reuniones, se crean grupos que hablan de un enemigo, el occidental al que hay que derrotar. Pasarse a las filas del islam radical se convierte en una necesidad de formar parte de una élite.
Podemos encontrar la explicación en la desigualdad social y la marginalidad, que en gran parte de los casos, ayuda a perfilar a las terroristas, pero por otra parte, al igual que en los casos de varones, existe un perfil de persona universitaria y con arraigo en paises europeos que toma la decisión de pasarse al yihadismo. La respuesta la podemos encontrar en que en la mayoría de los casos son jóvenes, que ven la lucha como una "gesta heroica". Suelen ser mujeres de "segunda o tercera generación" en los casos de ciudadanas europeas, pero también las hay cristianas conversas.
Una vez allí, las especulaciones son abiertas al debate. Captan a mujeres, presuntamente para servir y desposarse con los combatientes, pero también se entrenan como un soldado más. Fanáticas al servicio del crimen.
Se debe combatir la raiz del problema, primero eliminando el victimismo con el que las comunidades islámicas radicales, se blindan frente a las críticas externas. El fanatismo, es un intento para la adolescente de escapar de la soledad, conecta afectivamente con iguales. Esto es tarea de las familias, evitar esos sentimientos en las chicas. Deben sentirse importantes dentro del núcleo familiar. Muchas yihadistas no se sienten importantes para nadie. Idealizan el grupo, al modo de una secta. Sienten la necesidad de creer en algo, de formar parte de la salvación de su pueblo.
ASTAROTH STRIGOII
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