LAS LEYES DE GÉNERO QUE VIENEN
- Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
- 22 feb 2020
- 2 Min. de lectura
Hacía tiempo que no escribía un artículo sobre la violencia de género. Pero al estar cerca la nueva ley anunciada por el Ministerio de Igualdad sobre las libertades sexuales, vuelvo a iterar la tremenda injusticia que se crea desde la perspectiva del llamado feminismo “punitivo” término que me ha encantado y que he leído de la criminóloga Elena Larrauri.
Como cientos de miles de españoles saben bien, la Ley Integral contra la violencia de género encarna el excesivo recurso al derecho penal. La perspectiva de los legisladores se escora hacia el populismo más propio de tiempos pasados donde subyace la idea genetista de la maldad del varón. Por el hecho de nacer hombre, se es un agresor en potencia alegando que históricamente ha sido así y sobre todo en el ámbito familiar.
En cuanto a lo antedicho, sabemos que el aumento de las penas y las medidas contundentes como la detención inmediata y ciertamente sin las debidas garantías, se ha mostrado ineficaz como mecanismo de prevención. Los homicidios no han disminuido.
Pero el verdadero problema lo encontramos en las garantías y seguridad jurídica que se tambalean con este tipo de iniciativas, en perjuicio del varón.
El magistrado del TC Jorge Rodríguez Zapata emitió un voto particular indicando incompatible con la presunción de inocencia la presunción "adversa" de que todo maltrato ocasional cometido por un varón contra su pareja es sexista. Sobre esto y lo que ocurre con la prensa, que sistemáticamente nos informa de un nuevo caso de “violencia machista” cada vez que una mujer es asesinada por su pareja o expareja varón. Estamos ante una generalización que no es honesta con la investigación criminológica del delito y acaba observándose todo con el mismo prisma.
Toda ello hace que los protocolos policiales y judiciales sean muy severos. Lo primero que muchos hombres experimentan que inmediatamente son detenidos. Aquí empieza el shock si uno se enfrenta a una falsa denuncia. Cuando pasa a disposición judicial, en las actuales leyes de género se pretende dar un plus de validez al testimonio de la víctima (por eso piden perspectiva de género a los jueces). El juez se guiará en función de la ausencia de móviles como la venganza o el odio y la verosimilitud. En la práctica, el 25% aproximadamente de denuncias acaban en condena al acusado y el 75 % no. Esto pasa porque, de momento, el principio in dubio pro reo libra al hombre de la condena, pero ya ha pasado una o varias noches en el calabozo y en muchos casos ha tenido que vivir meses o años con medidas cautelares incluso sobre sus hijos. El estigma social no desaparece puesto que el respeto al derecho de presunción de inocencia brilla por su ausencia en medios de comunicación, redes sociales y en el discurso político.
España es uno de los países más seguros del mundo para las mujeres. España destaca por su baja tasa de homicidios, con apenas 0,63 por cada 100.000 habitantes, frente a la media comunitaria de 0,99, tan sólo por detrás de Austria. Curiosamente, el mayor número de víctimas son hombres, no mujeres. España es el 5º país del mundo mejor para nacer mujer. Sin embargo, el afán por llamar a la “emergencia social” es constante desde el mismo espectro político.
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