FALTA DE FIGURA PATERNA, UN DAÑO IRREPARABLE
- Astaroth Strigoii
- 30 may 2015
- 3 Min. de lectura
Últimamente, sobre todo en instancias políticas, que no voy a entrara a valorar, se está cuestionando y bloqueando por parte de algunas formaciones y asociaciones la custodia compartida.
La ausencia del padre o de la madre tiene consecuencias. Como en España el que suele ser relegado a un régimen de visitas es el padre, me enfoco más en la ausencia de figura paterna.
Pues bien, el daño irreparable que puede provocar la desaparición de la figura paterna, no se está sopesando con la suficiente gravedad. A continuación, expondré algunos aspectos de sobra conocidos por los expertos y que los legisladores se empeñan en ocultar.
La ausencia del padre, provoca en el niño una fuerte ansiedad de separación, ya que pierde a
una de sus figuras de apego troncales. Esto es, evidentemente, si previamente el niño encontraba la protección y cariño en ambos progenitores, lo que al alejarse el padre de la dinámica familiar deja un vacío en el niño. Esto que es de cajón, no les entra en la cabeza a algunas asociaciones y grupos políticos, que se definen "feministas".
Toda crisis matrimonial o de pareja, produce una angustia de separación en el niño y más cuando dicha crisis se convierte en un campo de batalla, donde el motín incluye la custodia del menor.
Las consecuencias que puede tener en el niño en este proceso, además de la angustia de separación debida al alejamiento del padre, es una posible inseguridad en las emociones afectivas, ya que el niño puede percibir una carencia de amor e incluso una ambigüedad en el discurso de los padres, provocada por el enfrentamiento entre ambos. En este aspecto el niño puede caer en lo que llamamos "modelo de cuidado compulsivo", pasando a convertirse en un adulto más de la familia,
preocupándose en las necesidades del otro y cuidando a su madre, especialmente si cuenta con hermanos menores. Este rol aparentemente responsable, no es positivo porque sencillamente no le corresponde asumirlo.
La Criminóloga H. Marchiori, nos describe lo que ocurre cuando el niño es privado de su relación con sus cuidadores y señala el peligro y la aparición de la personalidad antisocial mostrando graves consecuencias, trastorno afectivo llegando a la incapacidad de dar o recibir afecto y frecuentemente se desemboca en comportamientos violentos.
La desconfianza en la estructura afectiva fundamental que es la familia, hace que el individuo reaccione con dificultad a toda relación afectiva y social tendente a un proyecto devida en común, como por ejemplo las relaciones de pareja. La frustración encadenada a las relaciones personales le frustran y le hacen sentir culpable.
Un padre es fundamental, porque es particularmente relevante la seguridad que le brinda en la época más frágil de su vida, donde no tiene un excesivo control de lo que le rodea. Cuando no tiene este apoyo, el menor se enfrenta a situaciones con miedo. Citando a Maslow, el miedo en los niños debe eliminarse en la educación y crianza en un ambiente protector y estructurado.
Por ello, en Criminología, es habitual encontrar casos de delincuentes que han tenido una infancia dura, con familias desestructuradas y ausencia de algún progenitor. Las frustraciones y patologías pasicológicas que tienen en su vida adulta, son consecuencia de haber arrastrado sus miedos e inseguridades desde su niñez.
Es deber de todo profesional implicado en los procesos sociales, sugerir a los gobiernos y autoridades que implanten y desarrollen lo necesario para implementar que los niños crezcan en un ambiente estructurado y en condiciones de seguridad para un desarrollo sano.
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