DELITOS SEXUALES EN LA IGLESIA
- Carlos Hernández Franco
- 28 feb 2016
- 3 Min. de lectura
Este es un tema escabroso, por lo delicado que es siempre tratar temas que afectan a menores de edad. Trataré de ofrecer una visión criminológica del fenómeno, con el máximo respeto siempre a las víctimas.
Los casos de abuso sexual cometidos por miembros de la Iglesia católica, se documentan en una serie de condenas, juicios e investigaciones sobre casos y crímenes de abuso sexual infantil cometidos por sacerdotes y miembros del clero católico contra menores de edad, que en la mayoría de los casos comprende a niños de entre 11 y 14 años de edad.
Recientemente, el 26/02/2016, el diario 20 Minutos ha publicado "Tres exalumnos del colegio de los Maristas de La Inmaculada, en el distrito del Eixample de Barcelona, han relatado ahora al rotativo los abusos sexuales a los que los sometió un profesor cuando tenían entre 7 y 10 años, entre 1970 y 1990". Curiosamente, a más denuncias de casos actuales, van apareciendo antiguos alumnos de centros religiosos que se animan ahora a relatar sus casos.
Parece que los últimos acontecimientos, en los que se ha logrado juzgar y condenar a algunos sacerdotes, ha animado a muchas víctimas a denunciar y relatar los abusos y agresiones a los que fueron sometidos. No obstante, el camino para iniciar la persecución de los criminales no ha sido fácil. La ONU, en 2014 a través del Comité sobre los Derechos del Niño, en un informe tras una comparecencia de la Santa Sede ante la organización a mediados de enero dictaminó "El Comité está muy preocupado de que la Santa Sede no haya reconocido la amplitud de los crímenes cometidos, no haya tomado las medidas apropiadas para afrontar los casos de pedofilia y para proteger a los niños, y haya adoptado políticas y prácticas que han propiciado la continuación de los abusos y la impunidad de los autores". Se refería sobre todo, a que en muchos casos, las medidas correctivas consistían en cambiar al sacerdote de diócesis o a pasar una evaluación psiquiátrica. Por otra parte, en ocasiones se ha acusado a las instituciones eclesiásticas de ofrecer sumas de dinero para tapar el escándalo.
Los actos criminales van desde los tocamientos hasta el sexo anal y/o penetración oral. Por desgracia, muchos de los casos salen a la luz pública varias décadas después de los hechos, por tanto, no suelen quedar pruebas suficientes para encausar a los culpables o muchos de ellos ya han fallecido. En los últimos años, han cobrado relevancia los casos de Irlanda, Estados Unidos, Alemania y últimamente en España, donde las autoridades judiciales han encontrado culpables a sacerdotes católicos de cientos de acusaciones de pedofilia. Pero los casos de abusos no solo se dan entre sacerdotes (varones) y víctimas niños, también según la BBC ha habido casos de monjas que abusaban de las niñas (BBC 14/09/2015) en un orfanato de Dublín.
El primer Papa en afrontar la situación fue Benedicto XVI, ha condenado la pedofilia y reconocido los casos que han llevado al escándalo por esta causa en los últimos años de la primera década del siglo XXI. Inicialmente a través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda. Ha pedido perdón a las víctimas y sostenido que los culpables deben responder ante los tribunales. Más allá ha llegado el Papa Francisco, que ha iniciado una serie de acciones de investigación activa con el propósito de terminar con esta lacra en el seno de la Iglesia Católica.
Hoy día, la Iglesia Católica como organismo internacional representado por el Estado Vaticano tiene una serie de tratados oficiales, con diferentes naciones del mundo, que son considerados dentro del ordenamiento jurídico internacional. Se trata de los concordatos, los cuales vienen regulados en cada país en convenios entre el Estado y el Estado Vaticano. Los sacerdotes o religiosos que incurren en cierto tipo de delitos son procesados por los estamentos judiciales de la Iglesia Católica, que contempla penas específicas para casos como el abuso sexual a menores de edad. Desde este punto de vista, muchos superiores no siguieron los procesos del Derecho Eclesiástico que contemplan incluso el retiro definitivo del criminal.
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