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MANTENIMIENTO DE ARMAS DE FUEGO

  • Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
  • 8 oct 2016
  • 3 Min. de lectura

Para la conservación de las armas de fuego, se necesita un mínimo de mantenimiento para mantenerlas plenamente operativas pero esta necesidad variará según el uso que le demos y el tipo de arma que tengamos.

Un correcto mantenimiento permite conservar un arma durante muchos años, incluso transmitiéndose de generación en generación. Algunas armas y sus piezas han soportado las peores inclemencias y tratamientos, incluso ocultas en zulos o directamente enterradas, en periodos de guerra. Es preciso preservar el arma de la humedad. Debemos limpiar y secar el exterior con un trapo de lana, pasándolo por los cañones y las superficies externas. Respecto al interior de los cañones es necesaria, una limpieza de los residuos de pólvora, del plomo o plástico mediante las escobillas recomendadas para cada calibre.

Es esencial poner especial atención con el armazón y el cierre, pues el aceite en exceso, corren el peligro de secarse, o acumularse tendiendo a bloquear ciertas piezas interiores (corredera, aguja percutora...) Una vez secas las partes externas del arma, es conveniente pasar una ligera capa de aceite o grasa especial.

Principalmente hemos de distinguir entre el cuidado de armas con uso habitual de las que no lo tienen. En las armas con poco uso, ocurre que el ánima de los cañones tiene acero y está expuesto a la corrosión. Lo más común es aceitarlo adecuadamente taponando la boca del cañón para evitar la entrada de aire. Debemos guardar el arma en un lugar seco. Hay quien tapona de grasa consistente los cañones con el fin de lograr una mayor protección contra la humedad. A las partes de madera se les puede aplicar cera especial para maderas, evitando también los excesos.

En cuanto a las armas con uso periódico, tras el uso del arma, lo primero es verificar que han quedado completamente descargadas, y sólo después de esto debemos proceder a guardarla. La munición por un lado y el arma por otro. Es recomendable proceder cuanto antes a limpiarla, así evitamos que se acumule suciedad, residuos de la munición....

Revisamos el arma retirando el cargador e inspeccionando visualmente la recámara, en los revólveres basculamos el tambor, durante la operación empuñamos el arma con firmeza y con el dedo índice lejos del disparador. En el desarme básico, retiramos la mínima cantidad de piezas que permitan acceder a los sitios dónde se acumula la suciedad, como la recámara y zona de cierre.

Utilizamos la baqueta de cerda adecuada al calibre, repasando el cañón y procurando sacar el residuo. Seguidamente aplicamos un disolvente especial de armas ablandando los residuos que se puedan haber acumulado en el cañón. Lo dejamos actuar unos minutos.

Con una baqueta de alambre de cobre comenzamos a repasar el cañón para aflojar los últimos residuos, y con un cepillo (cerdas o nylon) le pasamos disolvente a la zona de cierre, percutor, extractor, etc... con el fin de retirar el hollín que se deposita allí.

Se le puede dar una terminación extra contra la corrosión aplicando silicona en spray, y repasando con un paño limpio. Respecto a los cargadores deben limpiarse habitualmente, manteniéndolos aceitados y en buen estado, mejor sin munición evitando con esto que el muelle pierda presión.

La mayor parte del tiempo de vida de un arma, lo pasa depositada en una funda. Por ello es importante que ésta esté limpia, libre de deterioro por el uso. Es preferible decantarse por piezas acolchadas o acolchonamiento, que ofrecerá una mayor protección evitando rayones y golpes.

 
 
 

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