FANATISMO ANIMALISTA
- Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
- 12 oct 2016
- 2 Min. de lectura
En esta ocasión, permitan que dedique unas líneas a analizar ciertas conductas radicales que se observan en el movimiento animalista.
El animalismo, por concepción, no tiene malas intenciones, pero puede llegar a ser peligroso como todas las deformaciones grotescas de la bondad del ser humano. Proclaman la igualdad de todos los seres con sistema nervioso que viven sobre la tierra, y con una frecuencia alarmante comparan el valor de la vida humana con la de cualquier animal. No es extraño escuchar a un animalista decir que la vida de su perro o gato es más valiosa que la de mucha gente. Solo con esta afirmación parece recibir un apoyo enorme por parte de otros animalistas. Pues sin ir más lejos, ahí está lo nocivo de esta corriente que en principio tiene tan buenas intenciones: al equiparar el valor de la vida de los animales con la vida humana, considera que quien mata a un animal, ya sea en una plaza de toros o en un matadero, está cometiendo un asesinato. Este pensamiento y la enorme presión que ejercen, además de la supuesta superioridad moral que ostentan puede ser muy peligroso si se traduce en iniciativas legislativas.
El propio argumento principal del animalismo contiene una enorme paradoja, que se manifiesta en la acusación que los animalistas radicales han elegido para quienes nos oponemos a su doctrina. Nos llaman despectivamente, especistas. También exhiben vocabulario pseudo-científico bien heredado de los veganos, tales como antropocéntrico. A esto se refieren como aquel humano que se considera superior a un primate u otros animales. Su error de concepto es que proyecta en los animales cualidades humanas, hasta el punto de considerar a los animales sujetos de derecho. En esto muchos empresarios han aprovechado esta mentalidad para ofrecer nuevos servicios para animales (hoteles, spa, cuidados de belleza..) que hace unos años sería impensable.
Aunque suene cruel, los animales no cuentan con un decálogo de derechos. El animalista cree que los animales tienen derechos aunque es del todo incapaz de explicar de dónde emanan estos derechos. Suele referirse al derecho a la vida de los animales explicando que es un mandato del reino natural que los humanos deben acatar, pero no especifican dónde está escrita esta ley. Es por ello que no se dan cuenta que somos nosotros, los seres humanos, quienes tenemos el derecho a disfrutar de los animales. Es un derecho que nosotros hemos creado. Nosotros inventamos los derechos y tenemos la potestad de repartirlos, y todos los derechos de que disfrutan los animalistas parten de la misma premisa, ya sea la libertad de expresión, el derecho a manifestarse...
Por muy duro que suene, los animales no tienen derechos, de la misma manera que no tienen obligaciones. No acatan leyes, ni pueden hacerlas cumplir a otros animales. Esto no significa que deban ser sometidos a la crueldad humana. De nuestro derecho a utilizar a los animales emana nuestra obligación de cuidar de ellos. El ser humano debe cuidar de los animales ya que en caso contrario se denigra como tal.
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