EL CASO DE JUANA RIVAS, EL PODER DEL FEMINISMO RADICAL
- Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
- 2 sept 2017
- 3 Min. de lectura
Tras la problemática suscitada por el caso de Juana Rivas, otro suceso similar ha aparecido dispuesto a tomar el relevo de las portadas de los periódicos y cabeceras informativas. Carmen Palomino, que también incumple una orden de entrega de los menores a un padre extranjero.
El delito por el que sigue siendo investigada Juana Rivas y por el que su expareja le denunció es el de sustracción de menores. Este supuesto se encuentra recogido en el artículo 225 bis del Código Penal, y que consiste en que uno de los progenitores, sin causa justificada sustraiga al hijo o hijos menores de edad. Para ello la norma penal describe varios supuestos de sustracción. El primero de ellos es el traslado de un menor de su lugar de residencia sin consentimiento del progenitor con el que conviva habitualmente. El segundo, es la retención de un menor incumpliendo lo establecido por resolución judicial o administrativa. En el caso de Juana, los tribunales italianos le otorgaron a él la custodia de los dos hijos como medida provisional y reclamaron que fueran devueltos en cumplimiento del Convenio de La Haya sobre sustracción internacional de menores. Al cumplimiento de este mandato está supeditada la Justicia Española. Posteriormente, en diciembre de 2016, el Juzgado de Primera Instancia n.º 3 de Granada ordenó la entrega "inmediata" de los menores al padre, fallo que fue confirmado por la Audiencia Provincial de Granada en abril de 2017. A estas dos últimas resoluciones, Juana Rivas hizo caso omiso.
La verdad es que personalmente, conociendo las leyes, la actuación de Juana y sus asesoras es una temeridad puesto que la comisión de este delito conlleva además de una pena de prisión de dos a cuatro años, la inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de la patria potestad por un tiempo de cuatro a diez años. Es decir, que este comportamiento le puede (aún ahora) costar la custodia de sus hijos.
Lo que parece es que las personas y organismos que han dado su apoyo a Juana, han tratado de hacer un "pulso" a la legalidad. Esgrimiendo la causa de la "violencia de género" se ha buscado la forma de atropellar el derecho de un hombre (un padre) de poder ver a sus hijos. A Francesco Arcuri se le condenó en 2009 por maltrato, cierto, pero es que en España, actualmente si un varón decide amenazar levemente a una mujer que sea pareja o ex-pareja "te vas a enterar" (Art 171 C.P.) la primera amenaza leve ya es delito, por lo que las consecuencias punitivas del hecho son más gravosas, ya que, no solamente genera antecedentes penales al autor condenado por este delito, sino puede acarrear penas de prisión. Esto naturalmente solo del varón a la mujer. En el sentido contrario es solo falta.
Estamos ante un feminismo ideológico que actualmente amedrenta a los partidos políticos con sus presiones. Cualquier "pero" a su hoja de ruta se combate ferozmente por unos medios rendidos a la "corrección política" de la lucha feminista. Este grupo de presión se ha sentido tan fuerte que ha querido imponerse al Estado de Derecho y los acuerdos europeos. Lo triste es que en este caso ha tenido el apoyo manifiesto de la Presidenta de La Junta de Andalucía Susana Díaz. Hasta ha tenido cierta simpatía por parte del mismísimo Presidente del Gobierno.
Estamos en una época peligrosa, donde las banderas y las pasiones se quieren imponer a toda norma. El feminismo radical ha abrazado la causa de Juana por pura misandría. Como si de una batalla contra el varón se tratara. Además existe el abuso sobre los niños. La alienación parental, esto es el síndrome por el que un progenitor inculca al menor animadversión y rechazo por el otro progenitor. Además, curiosamente, la juez del Juzgado de Instrucción número 2 que lleva el caso, se ha apoyado en él para obligar a Juana Rivas a devolver a sus hijos a Francesco Arcuri.
Por tanto llamemos a la cordura de la normalidad jurídica. Que los jueces trabajen sin presiones y que las instituciones defiendan la legalidad por encima de las ideologías radicales. Lo bueno es que estos casos nos ayudan a sacudir las conciencias para poner freno al feminismo radical, que tanto daño está causando.
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