FANATISMO SOCIAL
- Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
- 18 nov 2017
- 4 Min. de lectura
La verdad es que me cuesta definir desde qué faceta de mis estudios e investigaciones puedo abordar exactamente este fenómeno. Me quedo atónito leyendo comentarios y opiniones sobre ciertos hechos políticos y judiciales que me cuesta creer que provengan de personas formadas en una educación occidental actual. Por ello echo mano de la Criminología, la Filosofía y la Historia en su conjunto para tratar de exponer y advertir que muchas luchas y reivindicaciones, aparentemente honestas y loables, acaban deformándose por sí mismas. Supuestos movimientos de liberación y/o justicia que terminan siendo totalitarios y hasta sanguinarios. Este proceso ha sido una constante a lo largo de la Historia y parece que estamos condenados a repetirlo. Lo que parece una renovación de ideas quizá solo sea una nueva estrategia para el control social.
Para empezar, un ideal no puede enquistarse en la mente de quienes lo defienden, porque dejan de entender la realidad. Si esto no se asume, este ideal pasa a ser ideología radical y el radicalismo se transforma en una obsesión enfermiza, que además se autoalimenta y se defiende más que la idea misma. Con ello, comienza a ser visto por este tipo de personas como la única forma de vivir la vida. Al hacer esto, se extingue la coherencia, y se proyecta solo la necesidad de la alienación al otro, a quien se pretende imponer un criterio, norma o conducta.
Recientemente hemos visto los estragos del fanatismo en Cataluña, entre los independentistas se ha comprobado cómo se ha construido una necesidad de independencia mediante un discurso emocional, en el que la razón queda a un lado y se usa la analogía, que igual se podría usar en su contra desde otro plano, pero para el fanático sólo existe su parcela de pensamiento obsesivo. Curiosamente el fanatismo es lo más parecido que hay a lo que presuntamente combate. Los famosos "indepes" son incapaces de realizar un análisis coherente de la situación que estaban provocando. Aplastaban toda oposición con tal de declarar una independencia, para la cual, estaba claro que no estaban preparados. Kant afirmaba que hay que limitar el ámbito de cualquier razonamiento, porque cuando se sale de su condición propia, da lugar a los ilusionismos.
Pero del mismo modo vemos, por ejemplo en movimientos vegetarianos y "veganos". Algunas de estas personas han formado grupos donde se afirmaba que, quienes ingieren carne, son "asesinos” o “poco evolucionados”. Con esto queda clara su falta de contacto con la realiad, se autoexcluyen de ella.
Además vemos que ocurre con el sentimiento anti-taurino, un movimiento que noblemente pretende proteger la vida de los animales, acaba despreciando la vida de las personas. Es demencial lo que dicen muchos por las redes sociales cuando muere un torero. Un síntoma de ese fanatismo social que sólo se puede superar conociendo lo que es. Lo triste es que el fanatismo se contagia, se extiende porque da sensación de legitimidad del la idea inicial (como causa justa) y es una respuesta que por irracional que sea funciona.
En otros asuntos con apariencia de ética, de “libertad”, de dignidad ¿Cuáles son los límites de la ley? Todo aquello que agrede a un ser humano, pero como tal, no parcialmente, porque de hacerlo el derecho se convierte en privilegio y da lugar a la corrupción de la justicia y a medidas represoras como está sucediendo. Pero no nos damos cuenta, se asume y con ello se instala la injusticia disfrazada de “avance social” y las prohibiciones no funcionan, pero como todo fanatismo hace que se intensifique más y más y se acaba asociando a una red de intereses económicos camuflada en solidaridad, en atención a las víctimas. Esto es lo que ocurre con la prostitución, la cual se desea erradicar pero no solo a la que se ve forzada o esclavizada, sino también a la que lo elige. Las personas que defienden esto, no conciben que una persona pueda elegir prostituirse. Por lo que culpabilizan al sistema quitando la decisión del individuo, es decir su libertad.
Otra situación a la que me he dirigido recurrentemente, la ley de violencia de género, se hizo ver que fue una alteración del sistema jurídico y además inoperante, pero sí una fuente de votos, se dijo que se iba a aplicar como una ley funcional, para que haya menos muertes de mujeres, pero han aumentado, no por la ley directamente, pero ésta no ha sido eficaz y ha instaurado en una democracia, el "delito de autor" lo cual es una aberración del derecho. Es consecuencia del fanatismo social que trasformó la lucha por la liberación de la mujer, la concienciación y la lucha por más libertad en una estructura de poder sin más. Esto es una red de absorción de dinero público para bolsillos privados. Así la igualdad impide la custodia compartida, o símplemente niega la existencia de la violencia de una mujer contra un varón.
Ahora estamos asistiendo a las opiniones y juicios paralelos a un grupo de presuntos violadores en los que se da ya por condenados a los mismos por el hecho de que, según las noticias y los titulares, son culpables. Pero es que además se difunden sus fotografías, se señala a las familias y se les niega lo que no deberíamos negar jamás que es la presunción de inocencia.
Lo curioso es que los fanatismos son, en sí mismos, un efecto "foco" puesto que deforman la realidad y muchas veces la ocultan y la niegan. Todo ello orquestado y dirigido por quien saca partido de ello en forma de votos y de poder. Con todo esto, nos encontramos que, al final no se toman medidas racionales, sino que se hace propaganda política con las desgracias sociales.
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