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LIDERAZGO Y PSICOPATÍA

  • Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
  • 15 sept 2018
  • 2 Min. de lectura

Hace unos días, leí un artículo de Pérez Reverte en el que decía que si a un malvado se le unían mil tontos, automáticamente tendríamos 1001 malvados. Los líderes psicópatas arrastran mediante la persuasión a muchas personas que caen en las redes de su encanto y habilidad social.

Hervey Cleckley, define los siguientes rasgos del psicópata. Poseen un encanto especial pero de toda índole superficial. Al contrario que muchos piensan, el psicópata no es extremadamente inteligente, sino que emplea su inteligencia para conseguir sus fines personales. Además, no se disocia sino que finge. Tiene un egocentrismo absoluto. Capaz de exhibir una conducta social llena de falsedad, carencia de remordimientos.

También es conocido bulo, que son siempre delincuentes. No es cierto, la gran mayoría son psicópatas integrados, muchos rehuyen la conducta delictiva porque no desean problemas con la justicia. Si delinquen, tratarán por todos los medios de utilizar instrumentalmente a alguien. Su incapacidad para amar, escasas relaciones afectivas, pérdida específica de intuición, insensibilidad en sus relaciones interpersonales, conducta extravagante y desagradable, vida sexual impersonal, frívola y poco estable. Robert Hare define la personalidad psicopática, mediante una lista basada en el trabajo de Cleckley que se comprenden en veinte rasgos que se detectan con su escala PCL. Gran capacidad verbal y un encanto personal, autoestima exagerada, constante necesidad de obtener estímulos y tendencia al aburrimiento, inclinación a mentir de forma patológica.

El componente físico, lo encontramos en un estudio realizado con escáner tomográfico y publicado recientemente en el Brithis Journal of Psychiatry, que concluye que los psicópatas muestran una menor actividad en áreas del cerebro relacionadas con la evaluación de las emociones vinculadas a las expresiones faciales. Curiosamente son menos receptivos a los rostros que expresan temor, por lo que no son, suficientemente, aptos para percibir los estímulos relacionados con la capacidad de empatía. Este descubrimiento se ubica específicamente en la zona del lóbulo prefrontal del cerebro.

Su éxito radica en la capacidad y la habilidad de controlar a las personas de su entorno y para ello utilizan la manipulación y las mentiras que acompañan de una excelente simulación de emociones que no entienden, ni sienten. Son grandes observadores y ostentan un talento especial para encontrar a las “víctimas” adecuadas

 
 
 

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