VAMPIRISMO EN EL CRIMEN
- Carlos Hernández Franco, Doctor en Criminología
- 30 ago 2019
- 2 Min. de lectura
En la historia de la criminología, contamos con una tipología de asesinos que ingieren sangre. Ya me he referido a ellos en artículos anteriores y son realmente especiales para mí, por mi confesa fascinación por el mito del vampiro. Muchos de ellos, tratan de emular a los seres de la noche como si de verdaderos vampiros se tratase, cometieron infinidad de asesinatos, bebiendo la sangre de sus víctimas, incluso en ocasiones, devorando sus cuerpos. No me voy a remontar mucho en el tiempo con Vlad Tepes, Gilles de Rais o Elisabeth Bathory, sino que recordaré algunos de los más famosos asesinos en serie actuales.
Haarmann“EL VAMPIRO DE HANNOVER”: Haarmann seleccionaba a sus víctimas en la estación de ferrocarril de Hannover. El perfil de sus víctimas era de niños o jóvenes que habían huido de casa, o llegaban a la capital en busca de alguna oportunidad laboral. Haarmann fue declarado culpable de 27 asesinatos de muchachos, de entre doce y dieciocho años. Sin embargo Haarmann llegó a decir que “podrían haber sido unos 40″. Los mataba, bebía su sangre y comía parte del cuerpo.
“EL VAMPIRO DE DÜSSELDORF”: 1931, Peter Kürten relataba sus crímenes en las sesiones del juicio: “Necesitaba sangre como ustedes necesitan alcohol”. Confesó con todo detalle como asesinaba a sus víctimas, algunas niñas de solo 5 años y terminaba bebiendo su sangre
“EL VAMPIRO DE SACRAMENTO”: Se suicidó estando en prisión en 1980, cuando esperaba la ejecución. Tras de sí, dejó una serie de crímenes que horrorizaron a la sociedad estadounidense, como aquel en que entrando en una casa elegida al azar y disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un bebé de 22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación, sodomiza el cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde, es sorprendido en su macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras vaciaba el cráneo del niño, y huye a toda prisa llevándose el cadáver del bebé.
Beber sangre es tomado como un símbolo de poseer completamente a la víctima, desde tiempos ancestrales, además se creía que el acto de beber la sangre del adversario derrotado, dotaba de vigor al vencedor. En otras ocasiones en que el crimen es cometido con el único fin de beberse la sangre de la víctima, está relacionado con rituales o dotan a la sangre de poderes curativos o rejuvenecedores
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